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642 ((ALVERNIA)) oído se refieren al don de entendimiento, por el que el alma contempla a Dios y las cosas divi– nas y oye su voz en el corazón; los otros tres ,,e refieren a la sabiduría, co!1 la que se gusta a Dios, olemos el p::rfume de sus p:::rfecciones y to– cámosle con una espEcie de tacto que une, pe– netra, abraza; que no es otra cosa sino la pre– si:Dci:1 de Dios sentida, o un amor experimental de Dios que p:::netra el alma. Comunica los frutos.-Estos no son más que actos de virtud perfectos y sabrosos que colman al 2-lma de una santa alegría y una consolación especial. San Pablo enumera nueve: caridad, go– zo, paz, paciencia, mansedumbre, bondad, ficleli– dad, benignidacl y tem]Jlanza. La Vulgata agrega la. longanimidad, la modestia y la continencia, y pone la castidacl en lugar de la templanza (191). Los actos de las v:rtudes al principio requieren esfuerzo; luego, con el ejercicio, se va adquiriendo la. facilidad y aun la delectación, y en este caso es cuando se llaman frutos maduros. Cultivando las virtudes y los dones. se recogen los frutos sa– brosos. Gustate et viclcte quam suavis cst Do– mine spiritus tuus ... Las bienai:enturanzas. -Dice Santo Tomás que las bienaventuranzn son obras perfectas, las cuales, por razón de su perfección, se atribuyen mú,; a los dones que a las virtudes (192). Son frutos maduros de la perfeccón que hacen sabo– rear previamente la b:enaventuranza del cielo. Por este motivo se llaman bienaventuranzas. Nuestro Scflor, en el discurso de la Montaña, ha– bla de ocho, pero es un número simbólico y que no pone límites. No constituyen la felicidad abso– luta y perfecta de los comprehensores, sino una felicidad relr::tiva de los viadores que caminan a grandes jornadas por las vías de la perfección. Esta es la acción santificadora del Espíritu Santo en las almas que tiendPn a la perfección de la. vida cristiana y rrligiosa. (191) Gac., V. '.l2-23. Sumin. Theol., fa IInc, a. 70, a. 2. (192) Summ. Thcol., fa IIae.-CI. 7.0, a. 2.