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608 P. IV.-CIENCIAS AUXILIARES dad y la prosperidad, y el emperador no es más que su manda– tario (2). b) Se le inmolaban víctimas, que ordinariamente eran bue– yes. En los acontecimientos de mayor importancia se le infor– maba por medio de una hoguera, encima de montañas, cuyo humo era .el mensajero que transportaba las noticias. Era grande la an– siedad que tenían en saber si estaba contento o descontento, favo– rable o desfavorable; para lo cual se examinaban los cuerpos ce– lestes y los meteoros terrestres, se recurría a diversos métodos de astrología, de magia, superstición y hechicería (3). Sólo al empe– rador era permitido adorar, orar y comunicar con el «Cielo», a los demás estaba severamente prohibido. e) Eran objeto de culto secundario otros seres trascendenta– les, los Manes o espíritus tutelares, protectores de los montes, de las mieses, de los ríos, etc. Era comúnmente admitida la super– vivencia del alma y profesaban veneración a los muertos. Como medium para ponerse en comunicación con ellos se servían de una tablita, donde ofrecían al difunto comidas, licores, telas, etc. De– lante de ella pronunciaban discursos, cantaban odas, tocaban mú– sica, esperando que les enviaría su bendición y les haría felices. Luego el culto de los muertos degeneró en superstición. d) Desde el siglo xI al VI a. de C. el monoteísmo fué paula– tinamente degenerando; el Ser Unico fué quintuplicado en otras formas de animales generalmente hostiles y maléficos; se acentúa más la superstición en el culto de los muertos; continúan la magia y hechicería ; se arraiga la creencia en los sueños, y se verifican otras adulteraciones religiosas. Hacia el 589 se encuentran casos de suteísmo, esto es, que en los eventos tristes o alegres de alguna importancia uno de la familia se suicidaba, a fin de entrar en el otro mundo y llevar la noticia a sus antepasados. Esta práctica se hizo después bastante habitual. 724. II. El taoísmo.-Lao-tse, según algunos sinólogos, vivió en el siglo VI antes de la era cristiana. Fué el representante prin– cipal de la filosofía sínica, cuyas ideas compendió en su célebre libro Tao-tei-king (Libro de la vida y de la virtud). Su vida y per– sonalidad se han revestido de muchas leyendas (4). Mencionaremos algunas de sus ideas filosófico-religiosas. (2) Cfr. L. \VIEGEH, en C/iristus, p. 138. (3) Cfr. WIEGEH, o. c., rpp. 140 y sigs. (4) «f! taoísmo --dice el P. D'Elia, S. J.-, é un nüscuglio di superstizioni gros– solane, che non va disgiunto da! culto d'innumerevoli dci, dalla credenza dell'im– moralitá lo studio dell'alchimia e L.1 pratica dell'astrologia. Nella sua forma popo– lare, es.so ha delle divinitá per tutte le forze della natura e per tutto ció che in un modo o in un altro puó essere oggetto della conoscenza umana.» Cfr. Guida delle Miss. Catt., :p. 617.

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