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CAPITULO I\" DEL TAOISMO Y CONFUCIONISMO 721. Bibiiografía.-P. D'ELÍA, S. J.: Taoísmo, en Guida de lle Miss. Catt., pp. 617-618.-IDEM: Confucianesimo, ibíd., pp. 616-617.--J. J. DE GR00T: The religious System of China, Leiden, 1892-1912. - W. GRUBE: Religion und Kultur d-er Chinesen, Lipsia, 1910.-STANISLAO Lo-KUANG: La sapienza dei Cinesi (Confucianesimo), Roma, 1945.-L. MAGNANI: Il libro delle Sentenze di Confucio, Parma, 1927.-C. Purnr: Taoism.o, Lanciano, 1912.--M. TCHEN: La concezione del mondo secando i taonisti cinesi, en Il Pens. Miss., 1941, t. XIII, fase 3.-L. WIEGER: Religiones y doctrinas de la China, en Christus, pp. 137-191.-GIUSEPPE MESSINA, S. J.: Cristianesimo, Buddhismo, Mani– cheismo nell'Asia antica, Roma, 1947. 722. Tratándose del problema religioso del vasto y antiquí– simo Imperio Celeste, es imposible hacer una exposición sintética, por la heterogeneidad de religiones y los cambios profundos que sufrieron a través de los siglos. Para no exceder los estrechos lími– tes de que disponemos, diremos algo sobre las tres formas pre– dominantes. 723. I. Religión primitiva.-El pueblo chino es de origen oc– cidental. Las primeras tribus se establecieron en la cuenca del río Amarillo hacia el año 3000 a. de J. C., en el que se van manifes– tando como pueblo distinto, relativamente poco numeroso, que tiene sus ideas y sus costumbres propias diferentes de las de los pueblos aborígenes (1). En todo ese lapso de tiempo, hasta el siglo vr antes de Jesucristo, predomina la religión que hemos de– nominado primitiva. a) Los antiguos chinos admitían un Ser Supremo, que lla– maban Sublime Cielo, Sublime Soberano, etc., que da, conserva o quita la existencia; es autor de todas las relaciones, deberes y leyes; observa a los hombres, premia y castiga según sus méritos o deméritos; de él vienen la abundancia o la escasez, la adversi- (1) Cfr. L. WIEGER, La Religión de los chinos, en Christus, p,p. 138 y sigs.

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