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CAP. III.-DEL BUDISMO 605 propagó rápidamente por la China, Ceilán, Corea, Japón y Siam, siendo considerado como el salvador de toda la India, en la que se le tributa un culto especial (2). 2. La idea fundamental del budismo es que la existencia es un continuado sufrimiento, resultante de pasadas transmigracio– nes a través de toda clase de cuerpos. La suprema perfección del hombre es librarse de ellas por medio de la extinción o aniquila– miento individual del yo personal en el Nirvana. ¿Qué es esto? Ya hemos dicho que no es definible. Se contentan con denominarlo un estado beatífico, una inmortalidad, un reposo absoluto, un vacío, etc. 3. Junto con la concepción pesimista de la vida y cierto grado de escepticismo, aparece también el ateísmo, pues en los budistas, máxime los antiguos, no se encuentra la afirmación de un Dios personal y trascendente (3), no se preocupan de su existencia. 4. La idea capital de la ética búdica tiende a la extinción de toda actividad, para llegar a la absoluta impasibilidad. En sus manifestaciones posteriores es bastante elevada, tiene mucho de parecido con la estoica y se aproxima, en parte, a la cristiana. Sus prescripciones se condensan en el pentálogo siguiente: No matar, no robar, no cometer imp1trezas, no decir mentiras, no eni– briagarse. <;akiamuni señaló, además, otros seis preceptos positi– vos: la limosna, la virtud, la paciencia, la aplicación, la contem– plación y la sabiduría ( 4). Estos preceptos morales sufrieron en el transcurso de los siglos hondas alteraciones, adiciones y deforma– ciones. 5. La filosofía, la religión y la moral del budismo nos pre– sentan cuadros policromados en los que aparecen bellezas singu– lares, notables contrastes y flagrantes contradicciones. Algunos budófilos han querido parangonar al budismo con el cristianismo. Nada más lejos de la verdad. Tiene, es cierto, algunos puntos de analogía en su moral; pero proceden de la ley natural, grabada en todo ser racional. La ley natural nos la presenta incompleta; la contemplación apática, pasiva y estúpida; la abnegación se verifica por la inercia intelectiva y volitiva absolutas; el término de toda virtud ha de ser el aniquilamiento personal; la práctica de la cari– dad y beneficencia sirve sólo para la purificación, y muchas veces se reduce a un puro signo (5). Todos sus principios y máximas morales carecen del verdadE;ro y sólido principio, que es la exis– tencia de Dios personal. (2) Cfr. P. MrcHEL LEnnus, S. J., Le Prosélytisme doctrina! du Boudhism.e Indicn, en Les convcrsions, Compte-rendu de la huitieme Sem. de Miss. de ,Louvain, 1930, p. 78. (3) Cfr. c. GONZÁLEZ. Historia de la Filosof., t. I, JJ. 39, Madrid, 1866. (4) Cfr. C. GüNZALEZ, o. c., p. 45. (5) Cfr. CARMINATI, O. C., 100.

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