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CAP. II.-DEL HINDUÍSMO 601 un panteísmo emanatista ; Brahma aparece como el gran Dios creador, del cual emanan y con el cual se identifican todas las cosas. Es eterno e inconsciente, y de un modo ciego e ineludible produce, organiza y vivifica todos los seres del universo. Las primeras emanaciones de Brahma o Para-Brahma forman la famosa Trimurti o trinidad indiana: Brahma, Vishnú y Siva. Brahma produce, Vishnú conserva y Siva destruye; también se les suele llamar, al primero, dios de la tierra; al segundo, del agua; y al tercero, del fuego. Brahma tiene su templo en Puchkar, cerca de Admir, en la Radjputana. 3. Además de estas tres principales deidades, adoran otras muchas inferiores, encargadas del gobierno de diversas fuerzas y partes de la naturaleza. Tienen infinidad de pagodas o templos que visitan privadamente y por cuenta propia, y en casi todas las regiones existe algún santuario, a los cuales hacen frecuentes peregrinaciones. Para obtener la remisión de sus pecados, se ba– ñan en los ríos, que llaman sagrados, como el Ganges, el Nerbu– da, el Goda, etc. 4. El alma humana, como todas las demás cosas, es una ema– nación de Brahma, la cual, después de pasar por una serie inde– finida de transmigraciones y metempsícosis, tomando variadísi– mas formas de animales, se purifica, y su existencia individual es absorbida por el Nirvana, donde encuentra el reposo y la bien– aventuranza. Cada acción humana entraña en sí la recompensa o el castigo, y esta sanción se llama la ley del Karma. El alma no puede gustar del reposo definitivo hasta que no haya satisfecho por cada uno de sus actos malos o hasta que haya recibido el pre– mio por todo el bien que ha hecho. Castigos o recompensas se verifican por las nuevas reencarnaciones o metempsícosis; así, pues, antes de llegar al descanso final del Nirvana, debe pasar por multitud de vidas humanas, animales y celestiales. El camino de estas reencarnaciones constituye la Samsara. Por esto respetan mucho a los animales, aun los más venenosos y da– ñinos, por el temor que tienen de que esté en ellos el alma de sus padres, parientes o amigos. Para evitar estas transmigraciones por la fauna terrestre, se entregan a penitencias rigurosísimas y se abandonan a la contemplación negativa por la completa inac– ción mental, condiciones necesarias para la reversión a Brahma y la absorción del Nirvana. Mas, ¿qué es este Nirvana? Los más reputados indianistas no saben definirlo. No es la nada, ni tampoco una existencia beatífica; es inmortalidad, lindero del más allá, morada, isla y liberación del dolor; pero esto no es lugar o estado, sino vacío puro, disgregación de la individualidad aparente, fjn
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