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-- 195 - axioma de que ülos dos primeros cuartos de hora son para el auditorio; el tercero, para los bancos, y el cuarto, para el diablo)). Por eso dice muy acerta– damente nuestro Padre Andennatt (r) que los ser– mones ordinarios no deben pasar de media hora; en ocasiones solemnes, pueden llegar a los cuarenta mi– nutos; rarísima vez a los cuarenta y cinco. ARTICULO 2. 0 CONFJ,:SORES DE LOS SEGLARES 305. En el confesonario suele recogerse el fruto de la predicación, por Jo que acertadamente se conside– ran íntimamente unidos el oficio de predicador y de COnÍe\SOT. No interesa a nuestro fin recordar r,quí las limita– ciones que en otro tiempo sobre el ])articular hubo en nuestra Orden. Según la legislación vigente, nues– tros sacerdotes, aprobados por el Ordinario del iugar y autorizados por nuestros Superiores, pueden y de– ben confesar a los seglares (2). Tncentivos del celo. 306. Tres grandes incentivos tenemos para ser di– ligentes en el sagrado ministerio: El amor de Dios, que debe impulsarnos a impedir las ofensas que se le hacen y a guiar a las almas por el camino de las virtudes, para todo lo cual no hay medio más eficaz que el tribunal de la penitencia . .El amor al prófinio, con quien muchísimas veces es preciso ejercitar las obras de misericordia, aconse– jándole, consolándole y con frecuencia librándole de la esclavitud de la culpa. (r) AOC, XI, pág. 27. (2) C. 608, 692.--Constit. n. 123.
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