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- 118 - vento que es la más auténtica y verda– El de San Mi- dera. guel. En los lados del presbiterio, estaban dos grandes lienzos, representando al Arcángel S. Miguel y el Sto. Angel Cus– to,dio, cuadros, que con decir que fue– ron del mejor tiempo de .Murillo está hecho su mayor elogio. El S. Miguel uesupareció también durante la inva– sión Francesa, y no se sabe su parade– ro, pues ni <:ll Sr. Tubino lo trae en su Catálogo razonado de los cuadros de Mu· rillo. El Santo Angel de la Guarda lo regaló la Comunidad de Capuchinos al Cabildo cateJral, por los motivos que más adelante diremos, y en ella está, ocupando un altar, del. cual dice el señor Gestoso (1) estas palabras: Bajo un ar– co ojival, adornado con gablete y trace– rías del misll}O estilo, hállase expuesto á la veneración un bellísimo lienzo en que se ve al Angel de .la Guarda, lle– vando un niño de la mano, símbolo de las almas. Procede de la riquísima co– lección que adornó la Iglesia de los Ca· puchinos de esta ciudad, obra insigne de Bartolomé Esteban Morillo en sus mejores tiempos. Este cuadro de extraor– dinario mérito fue regalado por aquella El del :Angel Comunidad al Cabildo en 1814, y se CO· Custod10. l , l d , co oco en este ugar cuatro años espues. Hasta aquí los cuadros que pintó (1) Sevilla monumental y atUstica, tomo II pág. 534.

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