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-127 - modestia y agraciada compostnra de su semblante. como por las virtudes que Convienen practicaba. A éste, pues, asestaron los en ° 110 doce novicios Rmi~os y compntriotas to• da la artillería que les suministraba el común enemigo, á fin de derribar la fortaleza de su corazón, reduciéndolo para que los acompafiase á dejar aque- lla vidn y retirarse á sus casas todos juntos. Tales cosas le supieron decir, que aunque al principio se defendió va– ronilmente, al fin hubo de condescender á darles gusto, si bien violentando el su- yo; y quedaron en qUe al día siguiente habían todos de pedir la ropa y dejar el santo hábito. (Id. 33). Luego que el rlicho Fray Francisco de Alcalá reflexionó sobre lo que había dicho, empezó á entrish,cerse; pero le fué preciso disimular, para consultar consigo mismo sobre cómo podría com– poner que no se supiera su consenti– miento, porque aún esto le parecía muy duro y muy contra su decoro. Estas ca– vilaciones lo tuvieron sumamente afügi- do aquella noche, sin poder conciliar el suefio, y hablando con Dios, le pedía que benigno mirase aquellas descarria- das ovejas que queriendo ausentarse del aprisco, se exponían á- ser infeliz despo- jo del lobo infernal, que tanto deseaba triunfar de ellos Sucedió, pues, que el siervo de Dios. P. Fray José, cual pas- "' d . ·¡ , l'ó 11 l á d ~e esonbre tor v1g1 ante, sa 1 aque a noc 1e ar el complot vuelta á sus nov'icios, y guiado por Dios se acercó á la celda de Fr. Francisco,

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