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72 Lo portentoso del P. Esteban de Ado; in ral dando ocasión a una fiesta de gran solemnidad. Los actos fueron presenciados por gran número de vecinos que quedaron gratamente impresionados. Apro– vechó el misionero la oportunidad y anunciÓ- que se celebraría una gran misión, cosa desconocida para ellos. Despertó la curiosidad del vecindario, llegando a sen– tir todos viva ansiedad de presenciar un espectáculo nunca visto ni oído. En efecto: predicó la misión en e; mes de diciembre. Acudían a los actos de ella más de seis mil personas, que llegaban desde caseríos o ranch<?S de quince y veinte leguas de distancia. Escucharon con respeto la palabra de Dios dando muestras de profunda compun– ción. El misionero hubo de entresarse a la tarea: de oír confesiones durante varios días desde las tres de · la madrugada hasta las doce del mediodía, y por la tar– de desde las dos hasta bien entrada la noche. En Parapara se operó un capibio insospechado. La reforma de costumbres fué general. Se despertó el fer– vor cristiano hasta ré;lyar en vivo entusiasmo. A una . simple indicación del Padre Adoain hicieron gala de su generosidad y co~tribuyeron a porfía con sus dona– tivos al embellecimiento . del pobre , templo, a fin de que pudieran celebrarse decorosamente las funciones ¡¡agradas. Se entregaron espontáneamente en· manos del mi– sionero .y pregonaban que aunque el Arzobispo o el Gobi~rno destinasen al Padre Est'eba::1 a otra parte, ellos . . .

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