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CARTA VE!NhSEJS No todas las religiones son iguales t.JY sefíor mío y amigo: Me apresuro a contestarle, accediendo a sus deseos, pues veo se ha dado cuenta de que tanto en el orden de las ideas como en el de los hechos, el punto que hoy vamos a dilucidar es de la mayor importancia, dado el modo de pensar, de hablar y de escribir, \que muchos tienen. En mi anterior dejé demostrado que la Religión es algo natural y necesario para el hombre y la socie'clad, si han de conservar su propia dignidad y responder al fin por el cual existen. Recordemos tan solo aquellos versos: «Aurea prima sata est a:das, qum, vindice nullo, Sppnte súa, sine lege, fidem rectumque colebat (1) Ahí tiene Vd. confesada por un pagano, Ovidio, esa re– ligión natural que nosotros, después de veinte siglos de luz, parece no queremos comprender. Justo es que suframos las consecuencias que sufrimos en el orden individual y social ya que «el hombre sin Religióp-según frase de Montes– quieu-:es un animal salvaje que no siente su fuerza sino cuando muerde y devora». ·Recuerde la Revolución francesa, dése una vueltifa por Méjico y Rusia y se convencerá de ello. El hombre debe por lo tanto ser religioso, por obliga- ción y por dignidad. . , A esto paréceme que nad.a tiene Vd. que objetar. Al me- (1) Y apareció aquella priméra: edad de oro,' que expontáneamente, sin necesidad de leyes ni jueces, rendía culto a la rectitud y la justicia, '

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