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177 del prirner dolor del 1 corazón humano. El hombre, colocado como está entre una fuerza inmensa por •una parte y una in– mensa debiHdad por otra, nació sólo para orar». ¿Qué hombre en efecto no ha orado ante. la t.umba de una madre o ante el cadáver de. una. esppsa .o deun hijo? ¿Quiénno h1,¡levantadp sus ojos al cielo ,en demanda de ayt¡.. da, . cu.an.do una ca~4strofe moral o física ha amenazado aplas– tar nuesfra. yida, destruyendo .nuestro. porvenir? ¿Quién no ha sentido e'ri .esos momentos· la tristeza de haber olvidado la oración voluntaria y humilde, gracias a fa cual . ..cuanto niás el ánimo atormenta el agudo aguijón de fos dolores, Tanto más grande él ánimo se ostenta? No, mi querido amigo, la oración .no es una autosuges'.'." tión, es una necesidad de nuestra naturaleza, que sólo en Dios, de donde procede, encuentra.su perfección. La oración no es una debilidad, pero nace d.e 1.a debilidad moral en que todos nos encontramos. Por eso necesitamos todos de la ora• ción hombres y mujeres, porque todos debemos honrar a Dios, todos. tenemos un .alma que salvar y todos sentimos desfalle<:imientos ante.el cumplimiento del debe¡-. Y si Vd. se fija en que la$ graneles caídas morales, los grandes vicios, los mayores crímenes, las lacras más vergonzosas .de las familias y la sociedad se encuentran en los hombres, mucho más que en las mujeres, se convencerá de que si hay algún' ser débil ante 1.a moral, la honradez y el cumplimiento del deber, que necesite de la oración como fuente de energías, es precisa– mente el hombre, y que al proclamarnos los más fuertes, no hacemos sin.o confundir e.l valor moral con la fuerza n:mscular, la espiritualidad con la animalic!ad .. Ya lo ve, mi querido amigo. La oración nos es necesaria como fuente de energías morales y ob1igatorja como criatµ– ,ras dependientes de Dios, a quien debemos el homenaje .de nuestras al~barizas; pero todavía. la nece.sitamos mucho más,.

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