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LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 55 de 1910) durante la crisis dolorosa que le sobrevino al cesar de aprovecharle el señor Deán. Y fué el 25 de marzo del citado año 1910 cuando, envuelta como estaba por una nube de densas tinieblas, sufriendo desolada an– gustias amargas y atroces penas causadas por la idea del mal estado de su conciencia -víctima (decía ella) de la soberbia, ficción e hipocresía-, un rayo de luz divina hizo renacer en ·ella la esperanza cierta de su– perar la prueba y adquirir la paz y tranquilidad tan suspirada por medio del primer Confesor C'xtraordina– rio que iría a la Comunidad, el cual entendió sería un religioso Capuchino (21-VII-1910). Esto mismo entendió más claramente el 1.º de mayo (12-II-19rr). Por úl– timo, se descorrió el velo y su alma se encauzó por nuevos derroteros al hacerse cargo de ella el P. Mariano, quien en calidad de Confesor extraordinario de la Co– munidad se hallaba de paso en Valladolid el día 1. 0 de julio de 1910. Con la dirección del P. Mariano su vida espiritual entró en una fase decisiva, que produjo huellas inde– lebles en su alma. Cierto que no era una empresa fácil de llevar a cabo. El estado en que se encontraba era por demás complicado, capaz de desconcertar a un II:-aestro poco experimentado. Pero el nuevo Director no había recogido la herencia por propia iniciativa ni confiado en las humanas fuerzas, sino completamente abando– nado en las manos de la adorable Providencia, que dis– pone todas las cosas con suavidad y fuerza. Y a estas dos causas no menos que a la buena voluntad de en– trambos se debe el éxito lisonjero que coronó su ardua labor, así como también al espíritu de sacrificio y a un

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