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LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 53 no estando el señor Arzobispo ele Valladolid conforme con su modo de proceder, el Prelado aconsejó a Sor María de los Angeles que no continuara la dirección comenzada, sino que se guiara más bien por el espí– ritu que la dirigía (4-VIII-r9ro). Como al señor Deán se le ocultó esta determinación de su legítimo Supe– rior, continuó creyendo que era Director, y lo fué sólo nominalmente hasta julio de 1910, data en que, como luego veremos, comenzó la dirección del P. Ma– riano. Fueron aquellos años de aparente dirección de los más críticos y dolorosos de la vida de Sor María de los Angeles. "Me he visto en un estado muy com– plicado, peligroso y triste de verdad" (I2-VIII rgro). Por una parte veía el complicado estado de su alma a causa precisamente de la dirección, y por otra co– nocía la absoluta necesidad de ella para sustraerse a los lazos del demonio y '' responder a los designios de Dios", cuya <<dirección buscaba en los confesores extra– ordinarios (r); pero no lo encontraba en ninguno a pesar de la buena voluntad de algunos para ayudarme a salir de mi terrible tribulación" (2). La hora de la divina Providencia no había llegado aún; pero fué en un confesor extraordinario en quien la sierva de Dios halló lo que tanto había deseado. (1) Continuaba siendo confesor ordinario de la comunidad el señor Deán, quien, como se ha dicho, habla perdido las luces en orden a su dirección. (2) Autobiografía, pág. 330.
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