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P. Eusebio Villanueva Doy gracias al Señor por poder escuchar y acoger sus sentimientos sobre la vida y sus cosas, sus ideas, sus criterios tan de adentro del dolor, y de la rabia, de la razón y de la sinrazón, de la fe o del sentido común. Y es una eficaz manera de ser yo evangelizado, de acoger en mí su personal evangelio. Sería interesante leer un día su «Evangelio según los Presos», o el Evangelio según los Pobres, o según los Seropositivos» ... Tantas «lecturas» «concordadas», que se pueden hacer de los Santos Evangelios... Y, así, me situaría en mi sitio: un hermano que quiere acercar a Cristo a su propia vida para «celebrar» juntos y asumir su propia condición sin destrozarse... Caló bien en mi vida aquella desconfianza -de la cultura suiza- a toda injerencia extraña en la sacrosanta libertad personal: «Personne a le droit de patruiller la vie des autres» ... En la enfermería encuentro el grupo que asiste siempre. Celebramos y charla– mos de las fiestas pasadas.. , de cómo las han pasado, de las visitas y contactos familiares ... de sus estados de ánimo... de «ese modo de pisotear las cosas de dentro de uno» que se quejaba otro..., del «aquí somos todos garbanzos del mismo puchero, para bien y para mal, y nos hervimos en el mismo caldo» que añadía otro... de esas resignaciones fatalistas y alienantes del «todos sabemos que siempre se puede estar un poco peor» ... Terrible la monotonía de día-tras-día y año-tras-año... Y esos comportamientos y reacciones instintivas que a veces les estremece, les excita, y los revuelve el cangreja! de odios latentes, larvales, subyacentes en el preso y que están ahí: a ras de piel, en la punta de la lengua, donde el insulto sale como una pedrada a romperle la cara o los vidrios a lo que sea... Unas lastimaduras ciertas y hondas... Una escuela de humildad y de humanidad, de fe y de amor... la cárcel. .. Fuera de la cárcel me espera el amigo que me ha traído en su coche hasta aquí. Ha estado contemplando -en el uso del derecho al estupor y al silencio- las fachadas de esta prisión de «alta seguridad». Impresionante y claro el mensaje arquitectónico y disuasorio. Y eso que no ha entrado dentro a «ver los aromas» y «respirar» los colores ... En las alambradas exteriores siguen adheridas los restos de las pancartas de la manifestación de ayer, ante la prisión, de apoyo a los insumisos y de protesta a la encarcelación de la insumisión... Problema que irá agrandándose, creciendo de año en año, invasora e imparable como la yedra... Hablamos de todo esto. Las estadísticas dicen que España, proporcionalmente, es la que más presos tiene y la que menos delitos registra... Esto porque no tenemos otras soluciones alternativas a la cárcel. La pena privativa de libertad está en crisis en todo el mundo, teóricamente. Ha fracasado en su finalidad fundamental de rehabilitar la persona. Sólo cumple la separación del penado de la sociedad, durante el tiempo de la condena. Y esto por sí sólo no puede justificar la institución. Porque además daña la posible rehabilitación, con el riesgo real de crear personas más antisociales y más marginales. Cada vez más los expertos insisten en la búsqueda de fórmulas alternativas que garanticen la «seguridad ciudadana» y aseguren y fomenten la rehabilitación del delincuente y la reinserción en la sociedad. Y hasta que se encuentren estas alternativas, los Centros Penitenciarios serán en el mejor de los casos un mal necesario y con el menor daño posible... Esos caminos intermedios socialmente útiles se están haciendo y ensayando ya... por esta Europa, nos aseguran... Hay instituciones jurídicas como la«Probation» (suspensión de la pena con sometimien– to a prueba), la «condena condicional», el arresto «domiciliario o el fin de semana» 258

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