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Las 5 llagas del Señor Domingo: 9 Enero 1994: VISITA PASTO– RAL A LA CARCEL A las 8 h. de la mañana terminaba la Guardia-Acogida en el Albergue. Y a las 9'15 hay que ponerse en camino para la cárcel. La ciudad ha entrado ya en su despe– rezarse. Va entrando en movimiento con la pereza de los días festivos de los trasno– ches y del descanso dominguero. Pero con ese ritmo con el que toda ciudad entra un Domingo en la vida... Son los «míseros» de buena hora, los que buscan el «bocata» de prensa, los callejeros, los paseachuchos... Un tren ha llegado a la estación de la FEVE y vomita por todas sus branquias pasajeros con maleta o con bolsos... Hoy no podrá ir el Grupo de Voluntariado. Voy solo a los Módulos 2 y Enfermería. Son las 1Ocuando paso al Módulo 2: los que cumplen sentencia... Asiste un buen grupo de internos. En mis comentarios procuro aterrizar en su reducido mundo carce– lario, pero abierto en inmensidad de imaginación. No me perdonaría hacer un comen– tario neutro de púlpito parroquial. Eso de palabras... palabras, que se repiten circular– mente, que se repiten y se reparten, pero que no ayudan a vivir o a poco... Aquí en la cárcel se trata de sobrevivir, reconstruir, sostener en pie, proyectar la esperanza hacia un futuro mejor... Sobre todo de_no dejarse «encerrar», echar de dentro la cárcel y su presente. Este hay que vivirlo, pero no hacerlo destino ni «mamadera» interior, ni cadena de fatalismo... El sentido de las cosas, como del Evangelio, dependen de como nos afecten. Una cosa es predicar, comentar la Palabra; otra practicarla, y otra «padecerla» ... Dialogamos esa Palabra del Domingo... Ellos saltaron como antílopes, muy como Dios manda y en clave de dolor sordo y de herida abierta... Siguen esperando contra toda experiencia. Y se les nota una prisa vertiginosa: la de los años, sus mejores años aquí empozados en «cisterna» seca... La vida los ha picapedreado. A unos más a otros menos, pero todos pasados por la piedra. Y el tiempo de condena cumplido los ha machacado. Sueñan con la salida, con el campo libre, con la nerviosidad y agresi– vidad del toro de lidia... Y mientras, a soñar-fantasear y pensar... Pensar es aquí, protegerse no más. Pensar es una urgente tarea de salvamen– to, un ejercicio muy condicionado de supervivencia. Sin ello estallaría la «caldera» central sobrepasada de atmósferas de rencor... 257

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