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P. Eusebio Villanueva trabajo ya no es un derecho, se ha convertido en un «privilegio». Los demás viviendo de lo que Dios le socorra a uno, es un decir. Y detrás de esos parados hay unas familias: unos rostros, unas vidas, unos destinos, unas necesidades, unas frustraciones. Y el miedo obscurece el futuro como una amenaza. Porque está ahí en medio de la vida laboral, en mitad de los hogares y en mitad de los años, de la vida... Un miedo que se puede disimular u ocultar, pero que termina delatándose. Porque llegas a oler a miedo aunque no sudes. Nos rodea y envuelve con su acidez de crisis... Y el miedo copula con el egoísmo, engendrando en unos el racismo con sus rechazos; en otros la revuelta destructiva o el robo por el camino real de la corrupción social, al socaire de las influencias y proteccionismos compadreros... Y cuando fallan los otros y los de arriba del poder y del tener, uno comienza a hacerse un lobo solitario para según qué cosas. Y el «paro» te empobrece por fuera y te vacía por los adentros. El dolor de la inutilidad, del ser prescindido, de estar de «sobrero» y estorbando... Y es un dolor de alma, de dignidad, de no valoración-reconocimiento-agradecimiento hacia su vida y sus servicios pasados... Y esto no se mide, ni se pesa, ni se valora, por los que están al lado, sino por uno mismo cuando es hundido en ello. ¿Qué decir de los destrozos en la familia del «paro» y falta de ingresos? Esto a los políticos y gestores de la economía les «suena», pero no tienen ni idea de su experiencia... porque no viven a nivel de la «calzada», a ras -codo a codo- de los que lo sufren ni a ellos llegan sus penas, sino los «ecos electorales» ... Y, ¿a nosotros los cristianos nos desasosiega la fe? No vale el «sálvese quien pueda» del capitán en naufragio. Eso no sirve ni para el capitán. Eso es «ver» la catástrofe y costatarla. Eso no sirve ni para la «buena voluntad». Menos la postura cínica de «el que venga detrás que arree». Quédese eso para burgueses desalma– dos y cristianos desevangelizados. Dios nos compromete con los demás o es un aparatoso espantapájaros en medio de nuestros egoísmos ateos... Por lo demás cuando no se acepta Dios y al hombre, a cualquier «palo» se le arrodilla uno para acabar con los dos... En esta hora del mundo, ahí fuera, en las calles, las gentes adoptan una postura, una actitud ante el «Paro». Una actitud que valora o condena su vida... ¿Posturas frecuentes? Unas cuantas: pienso que no está demás hacer un muestreo: NEGAR LA REALIDAD: así de simple y de cortante. No hay problema de «paro», lo corriente. Hay personas que encuentran lo que buscan, dicen. Unos niegan esa realidad dura del paro por autosuficientes y por situados con suerte y uñas. Ya se sabe, dicen, la vida es una lucha de supervivencia y quedan los «fuertes» y los mejor preparados... Otros niegan esa triste realidad e injusta, porque a ellos la situación social los ha colocado o cogido en la cresta de la ola económica y no miran para abajo, donde piensan que nada se les ha perdido... Pero cuántas veces lo habremos oído!: «Ahora toca apretarse el cinturón». «A mal tiempo buena cara» ... y a las hambres guitarrazos, ¿no?... No, si luego dirán: «mira cómo vive de bien la gente y gasta; ya lo vimos en vacaciones; y mira estas fiestas de Navidad en que nadie se priva de nada» ... O «si todo el mundo quisiera trabajar y hubiera menos vagos, no tendrían problemas» ... Dicen eso como si los parados 240

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