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Las 5 llagas del Señor Viernes: 31 Dic. 1993: ALBERGUE L a noche se barre con la recogida de la basura en la mañana. Y el sol quiere ser testigo y amante del último día del año. Sólo porque Dios es grande hoy no es fin de nada, ni recomienzo de nada tampoco. Todo es continuidad con sus menudencias cotidianas. Yo camino hacia el Albergue. Voy sorbiendo con lentitud un cigarrillo. El día 31 no me dice nada especialmente. No soy de los del eterno lloriqueo. Abro los brazos como si quisiera cerrar el tamaño de la noche que se está filtrando hacia fuera, hacia el firmamento lejano... desapareciendo sobre la luz que desciende. Este año 1993 sí duele donde más duelen los pesares, en la conciencia de hombre cristiano. Duele en el «paro» laboral y social. Y duele, sobre todo, en toda esa inenarrable carpintería del sufrimiento: la persona, la familia, la sociedad, la Iglesia, la fe, la esperanza... Mañana el Año será Nuevo; las palabras serán viejas. Muchos de estos que pasan y sobreviven por el Albergue ya nacieron pobres de destino y de posibilidades... Algunos como si los hubieran hecho de mala gana o con desperdicios... Pero a otros muchos les han ido zurrando la vida, la falta de trabajo, la enfermedad, la poca formación y la voracidad capitalista a todo precio y desafuero... Y al final dentro de la bolsa del paro han terminado arrojados a la marginación. Ahora ya es imposible una «inyección», un remiendo, una nada. En las escalinatas del «paro» hay un escalón último como este. Pero hay otros muchos que van descendiendo peldaño a peldaño desde el día que se entra en el paro sin remedio, en el definitivo. Se acabó... Y se terminó en cualquier ciudad a donde se llegó sin mucha esperanza y con todo el cansancio del mundo, a ver si allí se les dificultaba menos la vividera... Y ya tenemos el «transeúnte» en camino. Y los que encuentran algo y mal pagado y que en una santiguada se les va acabando todo. Y están los que trabajan a retazos, trampeando, temporales, provisionales, a lo que salga aquí y allá... Y buscan y preguntan y miran y blasfeman ... Y nada... Y llegan al derrotismo, allá dentro, donde los pensamientos duelen mucho, está una llaga abierta. Porque rebasa por todos sus bordes un excedente que ya sobrepasó los 35 millones de obreros parados en los países industrializados. En los países pobres el 239
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