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Las 5 llagas del Señor bral. Fallece a sus 66 años. Fuerte, lleno de vida. Un hombrón de esos que hay pocos ya. Recientemente jubilado. Un obrero de toda la vida. Nadie se lo esperaba. Su espo– sa sufre un ataque de nervios ante lo súbito del golpe. Y una reiterada queja: «¿por qué Dios se lo llevó? ¡Es una injusticia!» ... Y siempre seguiremos queriendo saber el por qué de todo y ya en esta vida... Es normal la vida es una pregunta permanente en todo su acontecer... Todos somos ahijados de la muerte y ella es parte de nuestra herencia. Y para este buen hombre esta ha sido el día de una vida entera. Ha perdido el aliento del aire que Dios presta a todos. Es su fin, al que todos estamos abocados... Por lo que llora su esposa, el amor que sentía por su familia era una adoración, una vastedad. Tenía como suave prisa por seguir a su padre, que falleció de lo mismo a sus 69 años. Fuera hablo con la esposa, mientras amortajan su cadáver. Y ya preparado le transportan en camilla hacia el ascensor para el Depósito. Aviso a la esposa que se acerca a besarlo. Ella lo mira con mucha infancia y nos dice: «parece dormido, ¿no se habrán equivocado?» Algo parecido dijo Jesús de su amigo Lázaro, y se pusieron en camino para ir a «verle» ... Pero aquí ya no hay camino... es meta en el Padre... Ahora sé que hasta un segundo puede ser largo, puede ser eterno... Encerrada en los límites de su enfermedad esta buena señora va a rendir su viaje. Son las 5'1 Ode la mañana en la 712-C. Es una anciana de 92 años. Envejecer es un don de Dios. La gente va teniendo mayor acuerdo consigo misma y con los demás. Para ella la muerte no es algo triste. Es un alivio. Dios dicho. Ese Dios que ciertamente había puesto la mano sobre su sufriente corazón, aunque no parece que la pusiese detenidamente en su rostro. Hasta parece una persona que ya hubiese muerto hace años. Tan acabada y entregada estaba. ¡Descansa en paz! Mis oraciones se vuelven salmo de acción de gracias por esta vida plena de «azúcares» interiores como fruta pasa. La doy la bendición de S. Francisco... La ventana está entreabierta y veo que hasta los vientos han cambiado para bendecir en cruz... Muy sola, muy viejecita, mucha bondad dada por Dios y mucha persona. Ya llegó, Padre. ¡Uf!, la vida... Para las 7'15 nueva llamada por el «busca». En la 709-A. ¿Será cierto que de mañana, cambian el corazón de la gente? Un señor cerró el libro de su vida. Fin... El corazón se negó a continuar. Buena presencia física entorno a los 60 años. Se ha ido a rellenar los vacíos de su alma. Ya no le interesa el deseo de tener una porción mayor de las cosas de la vida. La tierra acoge a los cansados y a los rotos al fin del viaje. Desde abajo de la tierra, los muertos florecen. Aunque las cosas invisibles nos trasciendan. Mis oraciones y el llanto de sus numerosos hijos y esposa junto a él y ante el Padre. Paz y camino para este hombre que amó mucho y Dios a él. Paz, sí. Abajo, en el campo, los gatos han llenado la noche con sus maulladas de celo. Los gatos parece que se tragaron la noche. Amanece y comienzo a preparar las cosas. Mala noche... ¡Cómo gritaban su amor los gatos! ¡Qué gatos tan llenos de noche! Yo me he quedado con todo el sueño y todos los sueños. Otra noche será menos noche para la vida... Pero ¡qué Buen-Día eterno para los que amanecieron del lado del Padre! Me voy con ese aire cansado de hombre que escucha las desesperanzas de los demás. Pero con el gozo de constatar que el mundo está lleno de gente buena. 233

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