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de la Sociedad de Consumición, estos hijos de la palabra publicitaria. Se la reconoce y sirve en todas las lenguas y costas y a todas las horas planetarias, en que esta sociedad de langostas nos invade y avasalla en impunidad con premeditación, alevosía y nocturnidad. Los transistores gritan, las televisiones agobian, los diarios proclaman: "La felicidad al alcance de las manos". Una dicha comercializada para enanos; el paraíso enlatado, electrodomesticado. De la mañana a la noche, en cualquier rincón del día, manipularán tu decisión. Desde la maquinilla de afeitar hasta el pan con mantequilla, el tabaco, el reloj y la infusión, te lo han de querer programar. Mil anuncios publicitarios contra la quilla de tu personal libertad ... Y por los entresijos se te irán estibando los caprichos, los deseos, las apetencias y los apetitos, tentados, mimados y seducidos por la omnipresente Publicidad. Y nosotros, incautos, iremos dejando por el camino diario, tras la resaca peremne, jirones de personalidad. Y el poder capitalista seguirá controlando, la demanda comercial dirigiendo, hacia los productos que ellos determinarán. II No. Tú no eres tú. Tú eres un manipulado por el semáforo de la circulación del consumo estipulado ... Las gentes corren alucinadas, marchan en tropel, 81