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cional Americano fue configurado por la Religión Bíblica Judío Cristiana (by Judaeo-Christian Biblical Religion). Para muchos primitivos asentadores América fue «el nuevo Israel» (new Israel), «la Ciudad sobre la Montaña» (the City upon the Hill), la Tierra Prometida (The Promissed Land). La fundación de América era parte de un drama bíblico, en el que Dios mismo in– tervino en los actos que confirmaban que esta nación podía ser un modelo para el mundo de cómo hombres libres pueden vivir y prosperar bajo instituciones libres. No todos los Padres Fundadores reconocieron una fe formal religiosa. Pero no cabe duda de que su visión del hombre y de la historia tenía origen profundamente religioso. Eran hombres de fe y cualquier lectura de sus documentos revela que tenían fes espirituales altamente desarrolladas. Los derechos que dejaron escritos en nuestra Declaración de InJependencia fueron derechos dados por Dios-«God given»-, tales como ellos entendían: «Todos los hombres están dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables,» «leyes naturales» y «derechos naturales» grabados plenamente en la Creación de Dios, «fáciles de ser percibidos por todos los hombres; libertad directamente relacionada «to the sacredness,» con la sacralidad del hombre; y todo fue escrito y dado (se refiere a todo el documento) con firme dependencia de la protección de la divina Providencia. Para los fundadores el «In God We Trust» (Nosotros confiamos en Dios)-lema también del Estado de la Florida-no fue una divisa o blasón sin sentido. Era la señal de su primordial dependencia de Dios, el cual es el único que podría garantizar libertad, justicia e igualdad. Estos derechos se con– cedieron al hombre, no por convenio ni por concesión del Estado, sino solamente como don y otorgamiento del Om– nipotente. Los Fundadores construyeron «la ciudad que fijó sus fundamentos y cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos: 11, 10). Democracia como consecuencia religiosa Los ciudadanos católicos se sienten orgullosos de recordar que muchos de los principios capitales democráticos de gobierno in– corporados a la Declaración de la Independencia provienen de la tradición y de la ley natural de la doctrina católica. Esta tradición, centrada por la fe en el valor absoluto y único del alma humana, es muy evidente en los escritos de Santo Tomás de Aquino, San Roberto Belarmino y el Padre Francisco Suárez, S. J. Igualmente los católicos están orgullosos al rememorar que las primeras instancias de la libertad religiosa en la que viven ahora los Estados Unidos vinieron a verificarse bajo el liderazgo 119

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