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LA ESPERANZA CRISTIANA !)3 El autor del Libro del Eclesiástico, escri– biendo a sus correligionarios, los judíos disper– sos por distintas naciones del mundo, los exhorta a esperar en el Señor por estos mag– níficos versos que forman un bellísimo himno a la eficiencia de la esperanza: Helos aquí: "Los que teméis al Señor, esperad en su mise– ricordia y no os descarriéis, pues vendríais a caer.-Los que teméis al Señor, confiad en El y no seréis defraudados de vuestra recompen– sa.- Los que teméis al Señor, esperad la dicha, el gozo y la misericordia.-Considerad las ge– neraciones antiguas y ved: ¿ Quién confió en el Señor, que fuese confundido, -O quién per– severó en su temor y fue abandonado, -O quién le invocó y se sintió defraudado?--Por– que piadoso y compasivo es el Señor, perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribu– lación" (3). El mejor comentario de esta exhor– ción de Jesús, hijo de Sirac, es esta sentencia de San Juan de la Cruz: "Tanto alcanza cuanto espera" (4). A parte del aliento vivificador que inspira la esperanza cristiana al que confía en el Se– ñor, santifica las almas que viven de su bené– fico influjo. Porque, primeramente, la esperan– za las une a Dios desasi.éndolas de los bienes (3) E ceo., 2, 7-13. (4) Avisos y sentencias, n. 0 11g.

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