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LA ESPERANZA CRISTIANA 89 este mundo tenebroso, contra los espíritus ma– los de los aires" (35). Mas en esta lucha contra enemigos tan en– carnizados hemos de animarnos mirando a la consecuc10n de la eterna Bienaventuranza, pues nuestro Jefe y Capitán, Cristo Jesús, ya ha vencido al príncipe de este siglo y a sus satélites, y lo ha despojado de todas sus armas en que confiaba, y lo ha arrojado fuera del mundo y lo ha precipitado en el pozo del abismo (36). Es también heroico "esperar contra toda es– peranza" porque este esfuerzo que tenemos que hacer, so pena de ser derrotados por nuestros enemigos y por lo mismo castigados como co– bardes, dura toda la vida, es sin tregua y, de parte de los adversarios, se desenvuelve sola– padamente. Fundado, sin duda, en estas cir– cunstandas del combate en que estamos meti– dos, escribir'¡ San Juan en su Apocalipsis y lo repite la Iglesia en las Misas Cotidianas de Difuntos: "Bienaventurados los que mueren en el S~ñor (o en gracia de Dios). Sí, dice el Espíritu (Santo), para que descansen de sus trabajos, pues sus obras los siguen" (37). Empero, porque el ejercicio de este acto (35) Ef ., 6, 12. (:rn) Cf. /oh., Hi, :n; Col., 2. 15: ¡,,fz .. 1" (37) Apoc., 14, 13.
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