BCCCAP00000000000000000000538
P. Jl'STO DE VILLARES, O. F. M. otros hemos de imitar como manifestación de nuestra viva esperanza. Bendigamos siempre a Dios Nuestro Señor y besemos su mano pater– nal, lo mismo cuando nos acaricia que cuando nos castiga. En todo tiempo es la misma mano, la mano de Nuestro Padre. Digamos con d San– to Job: "El Señor me lo dio, el Señor me lo ha quitado. ¡ Sea bendito su nombre!" (32). Esperar contra toda esperanza Confieso ingenuamente que este acto de la esperanza es difícil, penoso y heroico, pero po– sible, y, aún añado que, contando con la ayu– da de Aquel que en todo nos conforta, resulta fácil (33). Es difícil y penoso este acto de la esperan– za, porque se trata de conquistar con él "el reino de los cielos, el cual sufre violencia y los esforzados son los que lo arrebatan" (3!). Y lo peor del caso es que el esfuerzo o violen– cia que hemos de hacer no es contra hombres de carne y sangre, "sino contra principados, contra potestades, contra los dominadores de (32) Job., 1, 21. (a:i) Cf. F p. 4, l:l. (:34) M at., 11, 12.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz