BCCCAP00000000000000000000538

fH !'. JUSTO DE \'ILLARES, O, F, M. en Dios Nuestro Señor, nos mandó que, al pedir– le el remedio de nuestras necesidades, lo hicié– ramos de esta manera: "Padre nuestro que estás •m los cielos" (23). En cierta ocasión hizo este llamamiento a los pecadores : "Venid a Mí to– dos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré" (24). A un paralítico que le presen– taron, le dirigió este amoroso saludo: "Confía, hijo, que tus pecados te son perdonados" (25). De las tres parábolas, llamadas de la misericor– dia, tenemos que decir que son un desborda– miento del Corazón misericm:dioso de Jesús. Ellas han convertido más pecadores que letras contienen. Pero donde más campea la misericordia de Cristo hacia los Qecadores, es en el Calvario. Allí fue donde pronunció esta frase, compendio de todos sus amores: "Padre, perdónales, por– que no saben lo que hacen" (26). A Cristo cru– cificado, nuestro Sumo Sacerdote, se refiere San Pablo, cuando nos dice: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio" (27). (2:J) Mat., n, 9. (24) M at., 11, 28. (25) M at., 9, 2. (26) Le., 23, 34. (27) lleb., 4, 14.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz