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P. JUSTO DE VILLARES, O. F.O,!, cil, a_ue todos la pueden entender; tan comple– ta; que encierra todo lo que podemos desear y tan divina, que el Padre oye en su recitación la voz de su Hijo, y, por lo mismo, nos conce– de todo lo que le pedimos. Pero a la oración hemos de agregar el esfuerzo de nuestra par– te o la cooperación. Sí, hemos d'~ esforzarnos, porque el objeto de la esperanza por ser futuro y lejano es ar– duo y, por lo mismo, "requiere más tensión de espíritu para no dejarse fascinar por los bie– nes visibles y presentes que, aunque caducos, ejercen poderoso atractivo sobre el alma por medio de los sentidos. Es preciso que el espíri– tu de fe se sobreponga y diga como el Após– tol. .. : "No ponemos los ojos en las cosas visi– bles, sino en las invisibles ; pues las visibles son temporales, las invisibles son eternas" (20). El Salvador refiriéndose a la dificultad de la consecución del objeto primario de la espe– ranza cristiana dijo: "El reino de los cielos su– fre violencia y los esforzados lo arrebatan" (21). Este esfuerzo que tenemos que hacer para el logro de la eterna dicha es principalmente contra nosotros mismos -es decir- contra nuestras pasiones y malas inclinaciones. Por eso, el primer canon de la vida cristiana es (20) 2.° Cor., 4, 17. (21) Mat., 11, l''
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