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LA ESPERANZA CRISTIANA 175 deleites espirituales cuanto más se gustan, pro– ducen más hambre. El autor del Libro del Ecle– siástico dice de la Sabiduría y en nombre de la Sabiduría: "Los q_ue me comen tendrán más hambre de Mí, y los que me beben quedarán de Mí sedientos" (8). Esto es lo que nos enseña la cotidiana expe– riencia. Los pecadores o mundanos, como no tienen trn.to con Dios Nuestro Señor por medio de la oración, no sienten gusto por las cosas f:spirituales y sí, mucho, por las cosas terrenas. En cambio, Los hombres devotos encuentran todos sus delicias en prácticas piadosas, como la Santa Misa, la Comunión, el Rosario, etc. Con todos estos bienes que obra la oración en nuestra alma, necesariamente se ha de acre– centar en ella la santa esperanza y anhelará disfrutar cuanto antes de la posesión del cielo, para el cual ha sido creada. Amemos, pues, la oración y ejercitémonos con frecuencia en ella, meditando las peticio– nes del Padrenuestro y suplicando el cumpli– miento de ellas, conforme las expusimos en el segundo acto de la esperanza. Y con los mismos sentimientos que los Apóstoles dijeron a Jesús: "Acrecienta nuestra fe" (9), digámosle nos– otros: "Acrecienta nuestra esperanza". (8) Eeco., :J4, :]c-l. \lí) Le., 17, 5.
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