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LA ESPERANZA CRISTIANA De este equivocado concepto de la esperan– za cristiana, se siguen todos los otros errores protestantes acerca de la segunda virtud teolo– gal. Estos son: rechazar las obras buenas co– mo inútiles, la condenación del amor de Dios interesado, propio de la esperanza, o sea, "Dios considerado como Sumo Bien nuestro", la re– pulsa de la contrición de los pecados, del Sa– cramento de la Penitencia, del temor saludable, etc... Para los protestantes no existe más que este aserto de Lutero: "Peca fuertemente, pero cree más fuertemente, y nada te dañarán los peca– dos más nefandos". Así, pues, la esperanza que se forjan los protestantes es "una esperanza ciega, irracional, que cierra los ojos delibera– damente a la realidad". Ni siquiera nos deja el protestantismo el recurso a la Santísima Virgen a quien la Igle– sia Católica, Maestra infalible de la verdad, llama en la Salve Regina, "Esperanza nuestra", pues se escandalizan de este título que le da– mos, como si fuera contrario a Cristo, nuestra esperanza. ¡Pobres protestantes, huérfanos de Madre espiritual por rechazar la intercesión de la Madre de Dios! Que el Señor los ilumine y los vuelva al seno de la Iglesia Católica de la cual en mala hora se separaron. * * *

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