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138 P. JUSTO DE VILLARES, O. F. M, del modo dicho, y que por ineluctable necesi– dad tiende, en un perpetuo conflicto de fuer– zas, hacia la síntesis final: una sociedad sin clases. Es evidente que en semejante doctrina no hay lugar para la idea de Dios, no existe difP.rencia entre espíritu y materia, ni entre cuerpo y alma; ni sobrevive el alma a la muerte, ni por consiguiente puede haber espe– ranza alguna en una vida futura ... 10.-El comunismo, además, despoja al hom– bre de su libertad, principio espiritual de su conducta moral, quita toda dignidad a la per– sona humana y todo freno moral contra los asaltos de los estímulos ciegos. No reconoce al individuo, frente a la colectividad, ningún de– recho natural de la persona humana, por l!.er ésta en la teoría comunista simple rueda del engrauaje del sistema. En las relaciones de los hombres entre sí, sostiene el principio de la absoluta igualdad, rechazando toda jerar– quía y autoridad establecida por Di.os, incluso la de los padres; todo eso que los hombres lla– man autoridad y subordinación se deriva de la colectividad como de su primera y única fuen– te: Ni concede a los individuos derecho algu– no de propiedad sobre los bienes materiales y sobre los medios de producción, porque, siendo ellos fuente de otros bienes, su posesión con– duciría al predominio de un hombre sobre los demás. Por eso precisamente, por ser fuente

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