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LA ESPERANZA CRISTIANA 107 Porque no a cualesquiera hombres anun– ciaron los ángeles el día de Nochebuena la paz sobre la cuna del Niño de Belén, sino solamen– te a los hombres de buena voluntad o del agra– do del beneplácito divino -esto es- de los que hacen la voluntad de Dios, guardando sus santos mandamientos. ¿ Y guarda el mundo moderno los mandamientos de Dios? Por otra parte, no existe más paz verdadera que la paz de Cristo en el Reino de Cristo, o sea, en la Iglesia Católica, Apostólica, Romana y en las N¡¡.ciones que se rigen por las normas y directrices de la Iglesia. ¿ Y cuántas veces son atendidas por el mundo moderno las dis– posiciones e indicaciones de los Romanos Pon– tífices? Los incentivos con que el Espíritu Santo estimula a recibir y practicar la virtud de la paz a los mortales en los Libros Santos, sobre todo en el Nuevo Testamento, no tienen nú– mero. Por lo que hace al Santo Evangelio lo comienza con el augurio de la paz cantado por los ángeles en el nacimiento del Príncipe de la Paz en este magnífico himno: "Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad" (26); continúa con la paz, cuando dice Cristo a los enfermos (2ü) Le., 2, 14.
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