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LA ESPERANZA CRISTIANA 105 ello po:c este precepto del Apóstol a los fieles de Filipos: "Alegraos siempre en el Señor; de nuevo os digo, alegraos" (22). Sí, lector, alegrémonos en el Señor y no permitamos que ninguna de las angustias que tanto afligen hoy día al género humano a cau– sa de sus pecados, nos roben la alegría de nues– tra alma. Porque la alegría cristi:ma es un fnl– to del Espíritu Santo y ella, en frase del Doctor de las Gentes, a una con la justicia y la paz forma el reino de Dios en nuestras almas" (23). San Francisco de Asís comprendió a mara– villa la esencia de la perfecta alegría. He aquí cómo se la explicó con un ejemplo a su com– pañero de viaje Fr. León: "-Figúrate -le di– jo- que, al llegar nosotros a Santa María de los Angeles empapados de la lluvia, helados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de ham– bre, llamamos a la puerta del convento y viene el portero incomodado y pregunta: "¿ Quiénes sois vosotros?". Y diciendo nosotros: "Somos dos hermanos vuestros", responde él: "No de– cís verdad, sois dos bribones que andáis enga– ñando al mundo y robando las limosnas de los pobres; marchaos de aquí"; y no nos abre, y nos har:'.e estar fuera a la nieve, y a la lluvia, sufriendo el frío y el hambre hasta la noche. (22) Fp., 4, 4. (23) Cf. Rom., 14, 17.
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