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LA ESPERANZA CRISTIANA 103 ¡ Qué diferencia tan grande existe entre los Santos y los pecadores así en la vida como en la muerte! Los primeros, durante la vida aun en medio de los mayores sufrimientos son fe– lices, porque reina la alegría cristiana en sus corazones, que es la verdadera alegría, causada por la presencia de la Beatísima Trinidad en sus almas. Escribió San Pablo: "Estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tri– bulaciones" (19). En cambio, los pecadores, aunque transcurra su vida repleta de placeres y sonrisas, no son felices, pues su corazón está lleno de tristeza por estar lejos de Dios. La muerte de unos y de otros todavía es más diferente que la vida. La de los Santos es preciosa delante del Altísimo, pues va acom– pañada de la buena conciencia y de la risueña perspectiva de una eternidad feliz. La de los pecadores, al contrario, está rodeada del re– mordimiento y de b negra visión de una eter– nidad desgraciada. El impiísimo rey Antíoco Epífanes, estando en el lecho del dolor- ha– ciendo llamar a sus amigos, les dijo: "Huye de mis ojos el sueño, y mi corazón desfallece por la preocupación, pensando en qué tribula– ción me hallo, yo, tan bueno, tan amado por mi suave gobierno. Pero ahora me acuerdo de los males que hice en Jerusalén... Ahora reco- (19) 2.° Cor., 7, ,1,,

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