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LA ESPERANZA CRISTIANA 101 La alegría Si bien la eterna Bienaventuranza es invi– sible, futura y ardua, según vimos en el punto precedente, sin embargo, el cristiano debe vi– vir contento en este valle de lágrimas y no imitar a los infelices atormentados por la an– gustia existencial, pues la esperanza de con– seguirla un día es segura y firme (14). De ahí que el Maestro de los gentiles diga a los cris– tianos de Roma: "Vivid alegres con esperan– za" (15). Y a los mismos romanos les escribe estos sugestivos y paternales anhelos de que el Dios de la esperanza los colme de todo gozo: "Que el Dios de la esperanza os llene de cum– plida alegría y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por virtud del Espíritu Santo" (16). ¡ Magnífico deseo! ¡ Qué corazón tan ge– neroso demuestra el Apóstol en esta sentencia! El Dios de la esperanza es el mismo Dios de la paciencia y de la consolación y de la paz y de todos los bienes espirituales de que goza– mos. Es Nuestro Padre celestial que no desea otra cosa que nuestra eterna Bienaventuranza. Pues bien ; de este Dios de la esperanza quiere (14) Heb., o, 19. (15) Rom., 12, 12. (16) Rom., 15, 13.
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