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cimiento, consentimiento y libertad plena de lo que se realiza o desea realizar. 3.-Dignidad de esa libertad El precioso y responsable don de la libertad que Dios ha otorgado al hombre le confiere una singular dignidad: a) Ante Dios, que no se la quitará ni en el caso de que abuse de ella por el pecado y ponga en peligro su salvación, enfrentándose a Dios. Decía San Agustín: «Aquél que te creó sin tu consentimiento, no te salvará sin tu libre asentimiento». b) Ante la propia conciencia, juez de la moralidad de nuestros actos. e) Ante los demás hombres y, sobre t odo, de la legítima Auto – ridad que valorarán el uso o abuso de nuestra libertad . Por eso añade la citada Constitución , y en el mismo n. 0 17: Los pueblos, como lo s individuos, tienen derecho a su libertad.

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