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«Llegó con ellos Jesús a Getsemaní... y comenzó a sentir tris– teza y angustia. Entonces les dijo: Se ha apoderado de mí una tristeza mortal... -Y, postrándose, oró así: «Padremío, si es posible, pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Mt 26, 3-39). Es la costosa y meritoria puesta en práctica del principio funda– mental del amor que El había enseñado: «El amor supremo de un hombre consiste en dar su vida por los que ama.» (Jn 15, 13). 5.-Reacciones humanas ante el hecho inaudito de la Pasión Ante el hecho histórico y sin precedentes de la aceptación volun – taria de la pasión y muerte por Jesucristo, se da, entre los hombres, una doble y opuesta reacción. a) Los judíos, acostumbrados a la idea racial de un Mesías glo– riosos y triunfante, no pueden concebir que muera como un maldito pen – diente de la cruz y que es Dios quien le castiga como impostor: «Los que pasaban por allí le insultaban moviendo sus cabezas y diciendo: ¡Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedi– ficas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz! Del mismo modo se mofaban de El los jefes de los sacerdotes con los escribas y los hombres de relieve, diciendo: «Salvó a otros y no puede salvarse a sí mismo; rey de Israel es, que baje ahora de la cruz y creeremos en El. Ha puesto su confianza en Dios; que le libre ahora si es que le ama; porque dijo: Yo soy hijo de Dios ... » (Mt 27, 39-44) . Bien lo resumió San Pablo cuando decía que «la predicación sobre Cristo crucificado era escándalo para los judíos y para los gen – tiles una auténtica locura». (/ Cor 1, 23). b) Por el contrario, para otros es prueba de su divinidad y creen en El. Así sucede con el centurión «que estaba frente a Jesús y, al ver el modo como había muerto, dijo: Realmente este hombre era Hijo de Dios». (Me 15, 39). Lo seguían creyendo su Madre, los discípulos y las piadosas mujeres, aunque alguno, como Tomás, pidiese la ..evidencia de sus sentidos .. . Pero .. . 34

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