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X 1 1 1 Debemos vivir con la Iglesia. «Si bien es verdad que existen ciertos espíritus que, movidos por un deseo pueril e inmoderado de nove– dades, luchan contra la estabilidad de la Iglesia con sus doctrinas, con sus actos y agitaciones, no es menos cierto que aquéllos que, conscientemente pretenden con– gelarla en una inmovilidad estéril, están igualmente en error. La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, como los hombres que la componen , es un organismo viviente, aun cuando sustancialmente sea siempre el mismo; y San Pedro reconocería en la Iglesia Católica y Romana del siglo XX esa misma primera sociedad de fieles a la que predicó en el día de Pentecostés. Pero un cuerpo vive, se desarrolla, tiende a la ma– durez. El Cuerpo Místico de Cristo, como los miembros que lo constituyen, no vive ni se mueve en lo abstracto, fuera de las condiciones de tiempo y lugar que están en cambio continuado; ni está, ni puede estar aislado del mundo que lo rodea, y adelanta con él día a día, hora a hora, acatando su manera de ser y de obrar a las de la sociedad en cuyo medio está llamada a realizar su misión divina.» (Pío XII . Discurso del 29 abril 1949) 119

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