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al sagrado y sobrenatural, la unión del hombre y la mujer en orden a la procreación, instituyendo el sacramento del Matrimonio. El Señor dio al hombre y la mujer el instinto genético y de repro– ducción -que por provenir del Creador es esencialmente bello y bueno-, elevándoles a la categoría de colaboradores suyos en la creación de los nuevos seres humanos. El sigue creando directa e inmediatamente las almas; padre y madre, al unirse espiritual y física– mente, cooperan con Dios a la creación del cuerpo de sus hijos. La sacramentalidad de la unión matrimonial convierte en sagrados y santos los vínculos familiares de padres e hijos. 3.-Deberes y derechos que impone el cuarto Mandamiento en la vida familiar Deberes y derechos son correlativos. Si Dios nos impone deberes, tiene derecho a exigirnos el cumplimiento de los mismos. Si padres e hijos tienen deberes recíprocos, también tienen derecho a pedir la observancia del deber. a) Los padres tienen el deber de transmitir la vida, según el cri– terio o conciencia de su misión de «paternidad responsable» ante Dios; el de su cuidado y educación intelectual, moral y física. b) Los hijos tienen, a su vez, tres deberes: 1. 0 : amarJes en Dios con amor de gratitud y demostrárselo con las obras, aun cuando crean que sus padres les aman menos; o peor que ellos a sus padres; 2. 0 : de respeto interno y reverencia externa, que manifieste el reconocimiento del misterio de la vida, que de la colaboración de Dios y ellos ha re– cibido; 3. 0 : de obediencia fundada en la aceptación de la existencia, tal cual la ha ordenado la voluntad santísima de Dios, y porque sus padres le quieren bien y saben lo que hacen al mandarle. 4. -Modelo perfecto: Jesús co·mo miembro de la Sagrada Familia Lee con detención lo que los Evangelistas, sobre todo San Lucas, nos dicen de la vida oculta de Jesús. Puede resumirse en aquella frase tan significativa de que: «vivía amorosa y respetuosamente obedeciéndoles». (Le 2, 51). Lo que practicó y enseñó Jesús, lo predicaron también sus Após– toles: 102