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produz ( produ- prcjudicar perjudicar zir) produce sofrem (sofrir) sufren arrastar arrastrar votar horror dedicar horror ressenfe ( res- óentir) resiente I I En el recodo del camino, al pie de una choza cubierta de hojas secas: de palma, un leproso, desgarradas las vestiduras, inmóvil y de rodillas, aullaba lastimosamente, con las manos y los ojos elevados al cielo. Su rostro relucía al sol como un bronce carcomido por la hern:mbre. La frente era una sola llaga. Los labios se caían a pedazos, lívidos y pnrn– lentos. Mateo el Publicano, uno de los primeros discípulos, que era rico en viñas y en ganados, sacó de entre los pliegues de la túnica una moneda y, desde lejos, volteándola en el aire, se la arrojó al leproso. Pedro, el m,ís rudo y hábil de los pescadores de Cafarnaún, quitóse del brazo el cesto de provisiones que llevaba para el camino y andando recelosamente, le colocó junto al umbral de la cz,haíia. Juan, el más jO\·en y bello de los discípulos, el predilecto, aquél cuya cabeza de ni110 tantas veces había sido ac¡iriciada por manos divinas, desprendióse del manto de lino que flotaba sobre los hombros. Sólo faltaba el óbolo de ]Psús. rI '. o! comen=aha a traqrnner tras las rojas rnontaíias. Unos mercaderes se detuvieron a dar agua a sus camellos. El Rabi avanzó serenamente. Su perfíl aguilef10 se destacaba majestuw so, nimbado por un rayo de sol. Cogió entre sus manos sangradas la ca– beza monstruosa del leproso, ir: clinó la frente y le besó en los labies. Los discípulos quedaron inmóviles. Los merc;ideres, espantados, caye– ron de rodillas, con las manos tendidas al cielo... y hasta los camellos alargaron hacia Jesus sus melancólicas cabezas pensativas, en cuyos belfo temblaba un hilo de agua. el recodo a curva la viña a vinha la choza a cho<;:a el ganado o gado la palma a palmeira los pliegues as pregas el rostro o rosto el umbral a entrada el bronce o bronze la cabaña a cabana la herrumbre a ferrugem el lino o linho 9,j -
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