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P. DA VIí> nt LA CAtZAnA Esto crispa un poco los nervios, y parece que se resiste uno a admitirlo; pero es un dogma de nuestra fe, y no hay más remedio que bajar la cabeza y aceptarlo. La democra– cia aquí no tiene nada que decir. El que manda, manda; y no nos ha pedido voto en este asunto. Por otra parte, sa– bemos que es infinitamente justo, y que no es posible que cometa jamás la más pequeña injusticia. Esto nos dará un poco de idea de la grandeza trágica del pecado. Hoy es frecuente tildar al cristianismo de otros tiem– pos de injusto, bárbaro e inhumano, porque quemaba a los herejes en la plaza pública. Quizás olviden esos indivi– duos que Dios, sin dejar de ser justo, sigue quemándolos ahora, en pleno siglo XX. Y no con un fuego momentáneo que abrase y consuma sólo el cuerpo; sino con un fuego espantosamente más torturante que el de la tierra, y que atormenta al cuerpo y al alma por toda la eternidad. Una cosa es que sea la Iglesia la que tenga que aplicar esos castigos por pecados más o menos graves, y otra muy diferente afirmar, que el castigo por aquellos pecados con– tra la fe, era excesivo. Yo no defiendo que la Iglesia deba quemar ahora a los herejes. Pero sí pregunto: ¿ Quién se atreverá a tildar a Dios de bárbaro e inhumano, por lanzar para siempre a los herejes a las llamas infernales? ¿Quién se atrevería a llamar a Dios injusto y cruel, por conde– nar a una eternidad de fuego a los reos de un solo pecado mortal? El pecado mortal es lo más trágico y serio que hay en el mundo. Si nosotros lo juzgamos como algo baladí, mere– cedor de indulgencia complaciente, los injustos somos nos– otros. Y, además, espantosamente frívolos en nuestras apreciaciones, que se atreven a disentir del concepto de Dios, y pretenden enmendarle la plana. A veces se oye por ahí a algunos insensatos, ante la vi– da canallesca y, al parecer, dichosa, de algunos cínicos y vulgares explotadores de los más groseros placeres: "¡Vaya vida que se lleva Fulano! ¡Eso es vivir! ... ¡Menuda suerte que tiene! ... " No digas tan pronto: "¡ Menuda suerte que tiene!. .. " Es– pera al juicio final. A ver si entonces envidias su suerte negra... Hace unos años se editaron unas tarjetas postales... No
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