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142 P. DAVID DE LA CALZADA mina en la noche. Sin embargo, no deja de prestarnos muy buenos servicios al movernos por el mundo. Pero en el ámbito espiritual y moral, Dios nos ha hecho un favor inmenso: Iluminar nuestros horizontes con la luz esplendorosa del sol de la fe. Esta luz nos da a conocer misterios, que jamás hubieran podido ser conocidos por la sola luz de la razón. Dios se ha dignado descorrernos un poco los velos de ese mundo de misterio. Si en ese ámbito de lo espiritual y moral, nosotros pres– cindiéramos de la luz de ese sol de la fe, y quisiéramos alumbrarnos sólo con la débil luz de la razón, cometería– mos un absurdo, que para Dios resultaría un ultraje. Y los ángeles del cielo romperían a reír a carcajadas de nuestra locura, si el suceso no fuera más indicado para llorar... Nada tiene que hacer la inteligencia, cuando Dios se digna ilustrarnos con las luces de la revelación y de la fe. Rectifico; la razón tiene que hacer una cosa: Caer de rodi– llas cara al cielo y exclamar: -Señor, me has hecho el espléndido regalo de la luz de tu palabra, para que yo conozca, lo que no podría cono– cer jamás por las solas luces de mi razón. ¡Gracias, Señor, por tu infinita bondad! ¡Que no huya nunca de tu verdad!. .. ¡Que no haga jamás traición a tu luz!. ..

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