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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 141 sol del trópico. Y el primer cuidado de los m1s10neros fue instalar un altar portátil al aire libre, cubrirlo con unos manteles, colocar sobre él un atril con un misal, un cruci– fijo en el centro y a los lados unas velas ... Se iba a celebrar la primera misa en la reg10n de la M0tilonia... Desde el principio del mundo las auras perfu– madas de aquella selva virgen no habían acariciado aún la Hostia del sacramento. Aquella misa, a falta de otra mú– sica, iba a ser armonizada con el canto de las aves de la selva. Los indios lo observaban todo con enorme curiosidad. Veían revestirse a uno de los misioneros con unas vestidu– ras la mar de extrañas. Le vieron luego acercarse lenta– mente hacia el altar, con las manos juntas ante el pecho, en tanto que otro misionero se acercaba a encender las velas. Pero entonces, incomprensiblemente, les atacó a los in– dios una risa contagiosa, irreprimible. Reían a carcaja– da... Materialmente se desternillaban de risa... ¿ Qué era lo que les excitaba aquella enorme hilaridad? Sencillamen– te el hecho de que los Padres misioneros, en pleno día y bajo los esplendores del sol del trópico, hubieran encendi– do unas velas como para alumbrarse y ver mejor... Ellos ignoraban que las vebs no se encendían en la misa para alumbrarse; sino que eran una prescripción litúrgica para honrar al Señor, luz inextinguible, venida al mundo para dar testimonio de la verdad. En el concepto de los indios, los misioneros eran unos excéntricos, unos locos... Aparentemente, ellos tenían ra– zón para reírse. ¿ Qué necesidad había de la luz insignifi– cante de unas velas, contando con el torrente de luz del sol de los cielos? Ellos no usaban la luz más que por las noches, que era cuando se necesitaba. En su concepto, tenían razón. Pero ante las explicacio– nes de los Padres misionero',, muy pronto comprendieron el sentido litúrgico de las velas encendidas en pleno día. Nosotros tenemos, como espléndido regalo de Dios, la antorcha de la inteligencia para alumbrarnos en nuestra peregrinación por los caminos de la vida en sombra. Esta antorcha es pequeña, insignific,inte. Viene a ser como una pequeña linterna eléctrica en manos de un hombre que ca-
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