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CAPITULO XII MAS CRITERIOS PARA LA ACERTADA VALORACION DE LAS COSAS (II) "Los judíos de la época de Cristo, -dice un autor-, eran como somos tú y yo, como los hombres de todos los tiempos: impresionables por lo que penetra por los sentidos. Nos cuesta vivir de fe. Cristo, en la actualidad, nos visita cada día, cada hora... desciende maravillosamente al altar cada vez que un sacer– dote pronuncia aquellas históricas palabras: "Esto es mi cuerpo". Sin embargo, este prodigio, porque no se ve, apenas con– mueve a la masa de creyentes; no les hace prorrumpir en alabanzas ni en aclamaciones. Pero estos mismos cristianos, recorren entusiasmados, cientos de kilómetros, porque les han hablado de que en aquel lugar se producen o se han producido unas apariciones de la Virgen". Sí; no es tan fácil entusiasmarse con las cosas que no se ven, aunque, por otra parte, tengan una realidad inefable. Pero procuremos compenetrarnos profundamente con esas verdades, para lograr que lo que no se ve, pero que en rea– lidad existe, conmueva nuestra alma, transforme nuestra mentalidad sobre las cosas, y determine en nosotros un obrar fecundo con venturosas repercusiones eternas. Nos ocupábamos en el anterior capítulo de la experien– cia de la humanidad, de nuestra propia experiencia, de la experiencia sobre todo de los santos, y de la serena refle– xión, como criterios orientadores para llegar a la acertada valoración de las cosas. Pero, por muy eficaces que sean es– tos criterios para calibrar la importancia o vanalidad de esas cosas, todavía disponemos de otros más importantes, sobre todo en el ámbito espiritual sobrenatural, adonde muchas veces no llegan ni la experiencia ni la inteligencia ni la reflexión. Esos criterios son la fe y el magisterio de la Iglesia. III) .-La fe. Se ha dicho que "para captar las ondas invisibles, un
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