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P. DAVID DE LA CAtZADA ces la inmensa satisfacción de escuchar de los divinos la– bios estas palabras inefables: "Ven, bendito de mi Padre, a poseer el reino que te es– taba preparado desde el principio del mundo ... " Como ves, tras la muerte, unos al suplicio y cárcel eter– nos; otros, a sentarse en el trono de un reino eterno y ser allí felices para siempre... Las suertes no pueden ser más dispares... Pero, no sé si te das perfecta cuenta de que es– tás viviendo un tiempo precioso de valor inmenso: El tiem– po de escoger... Tendrás lo que tú quieras... Tus obras tie– ne la palabra... Aún estás a tiempo... La vida es la semi– lla de la eternidad... ¡Que Dios te ilumine para acertar en la elección! Pero, no te descuides; el tiempo pasa y no vuel– ve... Pasado el tiempo, habrá pasado irremisiblemente la gran oportunidad...