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CON FLORES A MARÍA 93 preguntara qué era lo que veía, él, fuera de sí de gozo, contestó: "¿Qué veo? Veo a Ma– ría, que me entrega su Niño Jesús." Y a poco de decir esto, expiró, con la dulce y en– vidiable muerte de los santos. Oración final, etc., como todos los días, pág. 19. DIA 19 Cántico , etc . . . Todo como el primer día , pág. 1 2. CONSIDERACIÓN' Segundo dolor: La huída a Egipto No sé qué es lo que más hemos de admi– rar hoy: si la admirable condescendencia de Jesús y María, o la excesiva malicia de tos _ hombres. Con generosidad incomparable, la Virgen había ofrecido a Dios su Divino Hijo, y cuando la tierra entera debía estar deshe_cha de agradecimiento, un Rey, lleno de celo y de envidia, pero bajo apariencia de devoción, busca al inocente e indefenso Ni– ño para darle muerte. Como siempre, Dios vela ahora por la inocencia perseguida y, por medio de un

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