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74 DÍA 14 Su llegada a Jerusalén le hizo impre•sión saludable; recorrió sus calles y quiso dis– traerse, pero una inquietud grande se le ha– bía metido en el alma. Celebróse a los dos días la fiesta de la Cruz, y también ella, des– pués de sus devaneos y provocaciones, sintió deseos de adorar el sagrado Madero. Imposible: una fuerza misteriosa la re– chazó repetidas veces. Toda sobresaltada, levantó sus ojos y vió una imagen de la Virgen pintada en el muro. La pecadora, hecha un mar de lágrimas y con palabras conmovedoras, pidió perdón y miseri– cordia. Entonces la Virgen María le indicó el ca– mino de salvación con estas palabras~ "Vete al otro lado del Jordán y allí encontrarás descanso". María Egipcíaca se fué al lugar indicado y comenzó una vida de rigores y penitencia que será siempre asombro del mundo. Sin ropa, sin comida, revolcándose entre zarzas y peñascales: todo le pareció poco para expiar sus culpas. A veces, el enemigo le traía recuerdos tentadores, y en las horas durísimas de la prueba, clamaba: "Virgen piadosa, sobera– na Señora mía... ; yo, miserable pecadora, hecha un abismo de pecado y de impureza,
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