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72 DÍA 14 de los ángeles , acompañado de toda la gloria celestial". Tan solemne y gloriosa resultó la Asun– ción de María, que, según sentir de San Pe– dro Damiano, en cierto modo aventajó a la Ascensión del Señor, y da de ello razón: Cuando Jesús subió al cielo, sólo salieron a recibirle los ángeles; en cambio, a recibir a María salió, el primero, el mismo Rey de la Gloria, y en su compañía , las legiones de ángeles y ejércitos incontables de santos que gozaban de Dios. Pero si bella es la fiesta en sí, lo es mu– cho más por su significado: es el premio a todos los afanes y fatigas de nuestra Madre durante su vida mortal. Y esto es un sím– bolo para todo cristiano. Lo que Dios hace hoy con María , lo realizará en fecha pró– xima con cada uno de nosotros. También nosotros tenemos ahora nuestros sufrimien– tos, pero, sobrellevados pacientemente, nos conquistarán una indudable gloria. Esta fiesta, pues, resume nuestras esperanzas. Meditemos en la recompensa de Dios a los trabajos de la· Virgen, y pidamos la gra– cia que deseemos obtener. Para mejor obtenerla, le dirigiremos las siguien– tes deprecaciones y Avemarías, como en la pág. 16.
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