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5ü DÍA 10 y corta vida, el devoto novicio capuchino fray Juan de Gerona. ¡Qué intenso amor profesaba a la Virgen este edificante jov~n ! Podríamos decir que una gran parte del tiempo de su breve exis– tencia se lo pasó en aquellos arrebatamien– tos amorosos con que la Virgen le recom– pensaba su ardentísima devoción. Son incontables los casos en que se le en– contraba fuera de sí. Tal lo vió un día el Padre Miguel de Ribera, y tal le sucedió otra vez en el coro, donde su alegría y ena– jenamiento fué tan grande, que en vez de pedir la bendición para rezar Completas, comenzó, radiante de júbilo, a decir en alta voz: "¡ Bendígante los ángeles, oh, María Santísimzt ! ¡Bendígan te los espíritus celes– tiales, oh, Virgen de las Vírgenes, Madre de Dios!" Llamóle el Superior para reprenderle , por haber hecho tales demostraciones de júbilo; pero, a fin de que no quedara duda del sin– cero fervor del novicio Fray Juan, la misma Virgen se encargó de contestar al Provin– cial, arrebatando y dejando extático en su presencia a su querido devoto. Toda la vida del virtuoso joven se desli– zaba dulce y tranquila en compañía de tan buena Madre, pero más suave y apacible

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