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IVIISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 67 Tales resultados y consecuencias fueron muy dignos de pondera- ción, que se experimentaron pronto al iniciar ya en marzo del si- guiente año 1683 las entradas con los españoles y reduciéndose nu- merosos indios, mostrándose a su vez éstos más sujetos y tratables, según lo expone al rey el P. Pablo de Orihuela. Pero también pre- viene que eran bastantes las contradicciones que se experimentaban con tal motivo, tanto de parte del gobernador que no ayudaba a los misioneros, como de otras personas que comentaban desfavorable- mente el privilegio de nombrar teniente de la nueva villa. Le expone también la necesidad de que el distrito jurisdiccional de San Carlos se ampliase varias leguas, cosa que el nuevo gobernador D. Diego de Melo Maldonado había concedido pero que era precisa la confir- mación real.'2 A eso se añadió que, al fundarse la villa de San Carlos, Nirgua que era villa de mulatos y de sólo 30 vecinos, creyó conculcados sus derechos por estar fundada aquella en terrenos de la jurisdicción de ésta. A eso se agregó que un sacerdote de Valencia reclamaba aquellas tierras por suyas. Para gestionar semejantes asuntos se vio obligado el P. Pablo de Orihuela a marchar a Caracas para solucionarlos con el gobernador y el obispo. Estos ordenaron a los contradictores pre- sentaran justificación de sus pretensiones. Pasado el plazo sin que se exhibiese ante ellos documento alguno, el gobernador Melo y Maldo- nado dio decreto de que ninguna persona molestara ni inquietara a los fundadores y pobladores de San Carlos ínterin que el rey o Con- sejo de Indias determinaran otra cosa (Caracas, 6 octubre 1685). Lo propio hizo el obispo respecto del sacerdote reclamante (Caracas, 9 octubre 1685). El P. Orihuela remitió sin pérdida de tiempo al rey toda esa documentación, pidiéndole aprobara lo hecho y así cortar 12. Cartas del P. Orihuela al rey, Caracas, 6 y 14 julio de 1683 (¡bid.). Se refie- re a las contradicciones que sufrían los religiosos por motivo de los indios gayones, y también por la predicación de dos sermones, uno que estuvo a cargo suyo, en Barquisimeto, y otro del P. Ignacio de las Canarias en Cerrito de Santa Rosa, ambos en junio de 1682. El P. Orihuela, para animar a los religiosos a soportar las contradiccio- nes y calumnias que sufrían y asimismo para que otros se entusiasmasen y fuesen a las misiones, compuso un opúsculo con este título: Ramillete de flores escogidas del ameno jardín de la Iglesia, cuya fragancia huele a 'lores del paraíso, de 34 ff.; se conserva manuscrito en AGI, Santo Domingo, 221, lamo IV, n. 119.

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