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LA INSTRUCCION EN VENEZUELA—CAPITULO VI 297 bien merecen ser recogidas, a fin de que las generaciones ve- nideras se den cuenta de que el Gobierno español formó en todas sus Colonias, y especialmente en Venezuela, una pléya- de incontable (le hombres ilustrados y valientes, capaces de llevar a cabo la emancipación americana, los cuales después de un siglo quizá no pudieron ser sustituidos. Antes de insertar el concienzudo artículo, hemos (le ano- tar 'algunos apuntes sobre la materia, recogidos con mucho trabajo, a fin de que pueda hacerse más tarde un estudio com- ple t o acerca de la instrucción en Venezuela en tiempo de la Colonia, porque entre los sedimentos que dejó la guerra de la independencia en esta República, que no se han podido elimi- nar 'a pesar del tiempo transcurrido, hemos (le contar las in- justas quejas de muchísimos oradores, escritores y periodis- tas de todas las clases sociales, que han dejado consignado en sus discursos, libros y folletos, reproches inmerecidos acerca de la instrucción en tiempo de la Colonia (1). Es preciso acabar con esa leyenda, poner en claro los hechos y hacerse cargo de los tiempos y circunstancias. An- te todo, hemos de afirmar que los Gobiernos, hasta fines del siglo XVIII, apenas intervinieron oficialmente en la enseñan- za. En la antigüedad era iniciativa particular, y en la Era Cristiana la Iglesia se hizo cargo de la educación (le la juven- tud, pues no existía en parte alguna lo que hoy se llama en- señanza oficial, 2. Desde el principio del Cristianismo se fundaron cii las atedraIes, en las Parroquias y después en los conventos es- cuelas para enseñar a los hijos del l)uCI)10. Los Benedictinos en el siglo VI tenían escuelas en todos los monasterios para educar gratuitamente a los niños pobres, según afirma Guirot y poco después el Obispo de Orleans ordenó que en todas las villas y ciudades de su diócesis, se abriera una escuela gra- tuita para el pueblo. En Alejandría, Antioquía y Aquisgrán fueron famosas las escuelas episcopales (le los primeros si- glos de la Iglesia. Aun perdura el renombre de las Universi- (1) Aun en estos días el ilustre venezolano, Dr. Razetti, parece echar la culpa al gobierno español, que no quería que se ilustrara el pueblo. (Véase su folleto "Mortalidad de los nUlos y despoblación del país", Pág. 25.—Caracas, 1923).

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