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1 MISON DE LOS PP. JESUITAS.—CAPITULO y 291 está pasada la boca del río Meta en la ribera occidental, a doscientas toesas del río. Tiene un mal puerto de pésima entrada, por que es preciso barajar los correntones que dan diferentes tambores (le piedra pelada que se interponen en el ancho del río, formando cada uno un raudal. Su territorio es de bastante extensión aunque montuoso y en la mayor parte anegadizo. El terreno se muestra demasiado húme- do, pues en invierno brota agua en cualquier parte, aunque su super- ficie es arenosa, y por esto le considero mal sano, y en realidad ie, reconoce en sus indios exaltado el mal gálico, y todos llenos de tu- mores y granos. La figura del pueblo no guarda orden, a excepción de lo que es plaza, que se forma de la casa del Padre, Iglesia y garita de los soldados con las casas de los indios. La fábrica no es mala para lo que es el pueblo. La casa del Padre es alta por la humedad del suelo, y la Iglesia consiste en un Cañón, todo de bahareque y lo mismo la garita. Las de los Indios son como Caneyes y todas cubier- tas (le paja o palmas de Moriche capaces para ulojarse por familias cuando vienen de las labranzas. La población es de trescientos treinta indios como se demuestra en el estado de actual existencia, y en ellas no hay otros vecinos que algunos casados sin formal residencia. El cuidado del pueblo está al del Padre Miguel Angel Mebis, de nacionalidad Sardo que lo asiste con vigilancia, y es hombre de vida espitual. El comercio de este pueblo es limitado, pues aunque los Indios Yaruros trabajan chinchorros, y en sus montes tienen mucha miel (le abejas, y aceite parecido al (leMa ría, hacen poca cosecha, porque los que vienen de Guayana no pasan de Cancha, y así sus inteligencias son por medio del Padre con ci Procurador de Carichana, y como éste necesita más de grano que de otras cosas, cargan la mano en las cose- chas de maíz y casabe con las cuales adquieren hachas, cuchillos y demás cosas que hay en Ja Procuraduría. 41- Como los montes inmediatos al pueblo y su campaña se anega, tiene este pueblo su hato, que sigue como los otros el nombre de la Iglesia en la opuesta ribera, donde hay excelentes pastos. El número de reses rae dicen no pasan de trescientas, y como no he podido verlo todo, no puedo determinarlo. De esta carne vive el Padre, los solda- dos que lo escoltan, y la poca que consumen los niños del rezado. Estos Indios aprovechan para sus labranzas de maíz los montes y anegadizos inmediatos o los caños, y para la de yuca abrazan am- bas orillas en bastante distancia. Este desconcierto de tener las la- branzas al revés de los pueblos, es cosa que no acierto a determinar cuando son tan visibles los perjuicios, y conocidas las ventajas de tener los Indios asistentes en el pueblo, La Nación Yarura de que se compone el pueblo es fornida, co- barde y cimarrona, y las bárbaras en que pueden los Padres actuar

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