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EL CRECIMIENTO EN LA FE Gran inquietud se siente en la casa de un alto funcio– nari.o ,real, residente en Cafarnaúm, a quien el pueblo con– sid€ra' como un pequeño rey. Su hijo está enfermo de cui– dado. Un cuadro doloroso ofrece con esto su elegante mora– da. El padre está todo preocupado, buscando en un lado y en otm cuantos remedios puedan lograr la curación de ser tan querido. Llama al médico, pide específicos, da órdenes a sus criados. La madre no se mueve de la cabecera del hijo enfer– mo: se desvive por que nada le falte; vigila su mirada, el color de su rostro, las palpitaciones de su corazón. Teme un fatal desenlace. Pero son inútiles todos los tratamien– tos y cuidados más exquisitos. La enfermedad va minan– do el cuerpo de aquel adolescente. iSe nos muere! repite desconsolada la madre. Hay que agotar todos los recursos replica el pa- dre. ¿ Y qué más podemos hacer por él? El funcionario real guardó silencio, absorto en sus pensamientos. El corazón le daba que su hijo no había de morir. Cuando he aqui que un criado de la casa se acerca a toda prisa y les da una noticia por demás interesante. di– ciendo: 85